Los comienzos del Psicodrama: El caso Bárbara
Ariel Gustavo Forselledo citando el libro: MORENO, J. L. “Psicoterapia de grupos y psicodrama” FCE México, 1966.
En el año 1921 Moreno inicia en Viena el “teatro de la
improvisación” o teatro de la espontaneidad". Contando con varios actores,
Moreno desarrollaba y dirigía sesiones de teatro donde se improvisaban escenas
que eran sugeridas por el público o incluso por los propios actores.
El público que asistía a estas funciones podía
participar y algunas veces hasta actuar en las situaciones dramáticas. Entre el
cuerpo de actores que trabajaba con Moreno había una actriz llamada Ana
Hallering, que había ganado fama entre el público con el seudónimo de "Bárbara".
Sigamos a Moreno (1966)en su descripción del
emblemático caso de Bárbara:
“Siendo yo un joven
médico fundé el ‘teatro de improvisación’ (Stegreivheater) 1921 en la calle
Maysedergasse, cerca de la Opera de Viena. Allí vi de nuevo claramente las
posibilidades terapéuticas que existen en la liberación de situaciones conflictivas
anímicas al representarlas, el vivirlas activa y estructuradamente. Lo que motivó
este reconocimiento fue lo siguiente: teníamos una joven actriz que representaba
con gran éxito papeles de santas, heroínas y románticas.
Uno de sus
admiradores era el joven dramaturgo que no se perdía una sola de sus
representaciones. Ella se enamoró igualmente de él y se casaron. Ella siguió
siendo nuestra primera actriz y él nuestro primer espectador, por decirlo así.
Un día, él vino a mí muy deprimido y me confesó que su matrimonio era
insoportable. Su mujer, a la que todos tenían por un ángel era a solas con él,
lo contrario, como si sufriera una transformación. Perdía todo freno, discutía,
empleaba las expresiones más ordinarias y cuando él la rechazaba enfadado, le
respondía incluso a golpes. Yo le invité a venir con ella aquella misma noche,
como siempre, al teatro, porque tenía una idea de la forma en que se podría
intentar ayudarlos. Cuando apareció la actriz le dije que tenía la impresión de
que debería ofrecer al público por una vez algo nuevo y que no debía reducirse
demasiado unilateralmente a representar papeles de mujeres honorables.
Ella acogió
entusiasmada la proposición e improvisó con un colega una escena en la que ella
representaba una mujer de la calle. Desempeñó el papel con una ordinariez tan
auténtica, que no había quien la reconociese. El público estaba fascinado y el
éxito fue grande. Se marchó muy feliz a casa con su marido. Desde entonces
representó preferentemente tales papeles. Su marido comprendió inmediatamente
que esto era terapia. Me visitaba todos los días para informarme. ‘Se ha
producido una transformación’, me dijo algunos días después, ‘es cierto que aún
tiene accesos de cólera, pero han perdido intensidad. Son también de más corta
duración y a veces comienza a reír súbitamente porque se acuerda de escenas del
mismo tipo que ella ha representado en el teatro. Y yo me río con ella por el
mismo motivo. Es como si nos viéramos uno a otro en un espejo psicológico. A
veces empieza a reír incluso antes de caer en el acceso, porque sabe
perfectamente cómo se va a desarrollar. En ocasiones se deja llevar por él,
pero en una forma mucho más suave que antes’. Era como una catarsis, surgida
del humor y de la risa. Continué el ‘tratamiento’ transfiriéndole papeles que
se adaptaban cuidadosamente a su situación conflictiva personal. Su marido me
informó que a través de las escenas que le hice representar había llegado él a
comprenderla mejor y se había vuelto más tolerante con ella. Una noche pregunté
a los dos si no querrían salir a escena ambos y comenzó una especie de terapia
interhumana” (Moreno, 1966).
A partir de entonces improvisaron escenas hogareñas,
de sus familias de origen, sus sueños, planes de futuro, etc. Los espectadores
se impresionaban vivamente con las evoluciones de esta pareja. Este fue el
inicio del Psicodrama terapéutico.