La Familia. Marco referencial y abordaje
sociodramático
Autores del trabajo original: Julio Ithurralde, Ariel
Gustavo Forselledo, Marta Rodríguez
Primera, Segunda y Tercera Revisión: Ariel Gustavo
Forselledo
Montevideo, 2013
El presente trabajo es la tercera revisión de una
conferencia realizada, por primera vez en 1984, en el marco del Curso de
Perfeccionamiento para Psiquiatras del Cono Sur (Sala Vaz Ferreira, Bibioteca
Nacional, Montevideo). La primera revisión, fue realizada diez años más tarde para
un Taller de Capacitación para Profesionales en Educación Preventiva de las
Farmacodependencias (IIN/OEA, Managua, Nicaragua). La segunda revisión ocurrió
en el año 2004 para un Taller Subregional sobre Inclusión Educativa y Social de
la Niñez con Capacidades Diferentes (IIN/MIMDES, Lima). La presente revisión, se
da en el marco del programa de publicaciones de UNESU.
Introducción
En el transcurso de las últimas décadas, numerosas
investigaciones psiquiátricas han desplazado notablemente su centro de interés,
pasando el foco de atención desde el individuo a la familia en su conjunto.
Ahora se considera a la familia como una unidad de trabajo y de
conceptualización, enfatizándose los patrones de interacción y de comunicación
entre sus miembros (Ithurralde y Aramendi, citados por Forselledo, 2004).
Desde esta perspectiva, el paciente psiquiátrico es
visto como uno de los puntos de relación, uno de los nudos de intercambio de
aquel sistema de interacción, de aquella red de comunicación, que es la familia. El paciente, sus síntomas,
sus anomalías son replanteados y reexaminados en el sistema dinámico de los
intercambios familiares.
El desarrollo conceptual al que se hace referencia ha
permitido la emergencia de modelos sistémicos de terapia familiar de amplia
aceptación y éxito en el trabajo clínico con pacientes neuróticos y psicóticos.
El origen del movimiento de las terapias familiares se
debe a aportes interdisciplinarios tan variados y diversos como los del
psicoanálisis, la antropología, la etología, la sociología, la teoría general
de sistemas, la sociometría y la psiquiatría. Todos ellos han contribuido, a su
modo, a crear la autonomía operacional de este campo de trabajo clínico. De estas variadas disciplinas se mencionarán
los aportes de Sigmund Freud, Jacobo L. Moreno y Gregory Bateson. El primero
mediante el psicoanálisis de pacientes neuróticos descubrió el modo triangular
de pertenencia del individuo a su familia nuclear de origen y la necesidad de
éste de desprenderse de aquella (Freud, 1948). En el caso de los pacientes
psicóticos esta secuencia se encuentra gravemente perturbada. Paralelamente
Moreno (1966), elaboró todo un sistema terapéutico que, si bien no fue dirigido
exclusivamente a los grupos familiares sino a todos los grupos humanos, le
permitió analizar las fuerzas que interactúan entre sus miembros desarrollando
los conceptos de “espontaneidad”, “creatividad” y “rol”, que constituyen las piedras angulares
de las terapias grupales.
Mientras tanto Bateson (1977), mediante sus estudios
antropológicos, puso de manifiesto la importancia de los factores estrictamente
relacionales en la agravación de los trastornos esquizofrénicos.
El encuentro entre disciplinas muy distantes como las
citadas, pudo darse muchos años más tarde gracias a las aproximaciones
epistemológicas de la cibernética por un lado y de la teoría general de
sistemas de Ludwig von Bertalanffy por el otro, las que dieron una estructura
coherente a los principios y hallazgos antes mencionados.
Siguiendo a Salvador Minuchin (1977), el proceso de la
terapia familiar ha seguido la evolución de las diferentes corrientes
psicoterapéuticas, delimitándose tres orientaciones básicas.
La primera, denominada “transicional” está
representada por Ackerman, Bloch y Boszarmenyi Nagi, produce una coalición de
conceptos basados en la teoría general de sistemas con otros emanados de las
corrientes psicodinámicas.
La segunda corriente es la “existencial”, destacándose
la figura de Virigina Satir quien centra su interés en alcanzar el crecimiento
y la expansión del individuo, utilizando como herramienta terapéutica y factor
de cambio, la experiencia presente entre los miembros de la familia y el propio
terapeuta.
La tercera corriente es la que utiliza en forma más ortodoxa
la teoría general de sistemas y la teoría de la comunicación.
Según este autor, el rápido y productivo avance en el
terreno de la terapia familiar no ha evitado las discrepancias entre los
distintos autores y enfoques, persistiendo las diferencias en cuanto a
metodologías y niveles de intervención.
El presente trabajo plantea un marco referencial para
entender las disfuncionalidades familiares, tomando a la teoría general de
sistemas como referente estructural y a la teoría de las comunicaciones como
referente semiológico. Finalmente presenta al sociodrama para el abordaje
terapéutico de aquellas disfuncionalidades.