El Juego como núcleo del proceso de aprendizaje III
Ariel Gustavo Forselledo
Licenciado en Psicología
Director de Psicodrama
Tomado de: FORSELLEDO, A.G. “Promoviendo los Derechos
de la Niñez en la Escuela. Manual de educación participativa”. UNESU.
Montevideo, Segunda edición: septiembre de 2012.
Participación, juego y espontaneidad
Dado que jugar implica necesariamente participar, la
participación mediante el juego permite el desarrollo de la espontaneidad, ya
que da un margen muy amplio para la aparición de respuestas nuevas e
inesperadas. En este sentido, es importante recordar que en el ambiente
cultural actual, es tendencia habitual sustituir cada vez más la espontaneidad
por respuestas fijas y regladas. Ello podría deberse a la confusión entre
espontaneidad e impulsividad o descontrol.
La coartación de la espontaneidad es
una de las principales causas de la disconformidad de la persona consigo misma
y con la sociedad. La espontaneidad tiende a limitarse, restringiendo la
participación de las personas y eliminando las posibilidades de jugar para
aprender.
Restringida pues, su capacidad creativa, la persona se
transforma en un simple engranaje social sin posibilidades de participar
plenamente en el devenir histórico de la sociedad.
El ejercicio de la espontaneidad que permite el juego
(y la participación que él implica), enriquece a quien la ejerce y a su medio,
al posibilitar al individuo trasladar a su vida cotidiana un modelo de
adaptación sin imposiciones que cercenen su personalidad y al promover en los
demás el mismo tipo de respuesta (ver participación finalidad).
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